[Entrevista] Kirmen Uribe és l’escriptor basc de moda. Dolç, molt dolç i afectuós
per fora i dur com el diamant per dins. En la conversa que tenim l’11 de maig a
Olot, brilla, per la seva simplicitat, per la manca d’afectació i d’ampul·lositat
cortesana. No és xerraire i s’estima més observar i preguntar. Té aquell remot
senyoriu dels bascos en els gestos específics, home de verds i de blaus
maresos, de castellà alhora conegut i discordant. És propietari d’un rostre que
incita a dur barba, una barba poblada com la de Mario Onaindia però no sé si
mai n’ha gastat. Llueix una cara rasurada a la romana, més semblant a la de
Bernardo Atxaga, més despullada, més fina però amb els mateixos ulls encesos,
vius i freds. El somriure és de criatura. Les paraules que em diu, de savi
vell, matusalèmic, són escollides, filles de mil i una experiències. Quan després
de l’entrevista hem anat a fer el toc, hem continuat parlant llargament fins a
la matinada, com si ens unís una antiga amistat familiar, bascocatalana. Arrelada.
Jordi Galves: A
la teva novel·la Bilbao, Nova York, Bilbao, dius que “l'optimisme també pot fer mal”.
Kirmen Uribe: El optimismo puede ser peligroso, incluso puede hacer
daño si uno lo ve en otras personas. Una persona demasiado optimista puede
crear hasta rechazo en cierta gente que esta sufriendo mucho en un momento
dado. Y es por eso que introduje la frase de “el optimismo también puede hacer
daño”. Yo me considero una persona que le gusta la vida, soy una persona
alegre, pero procuro tener los pies en la tierra e ir poco a poco y ser
consciente de los dos lados de la vida, del lado un poco luminoso y también del
oscuro.
J.G.: En sabem
molt a la literatura catalana o basca, a les literatures amb problemes,
d'optimisme...
K.U.: Mi libro habla mucho de la tradición vasca, de la lengua
vasca, y también de la literatura vasca: es uno de los temas transversales que
tiene la novela. Yo diría que una
literatura como la vasca y la catalana son literaturas emergentes —como
las economías emergentes—, aunque tienen muchos años de vida, muchos siglos de
vida. Tendemos a ser demasiado optimistas y a pensar que si conseguimos esto y
aquello ya estamos salvados. Si conseguimos el Nobel ya estamos salvados... No,
no es así, si conseguimos el Nobel no estamos salvados, estamos salvados
haciendo literatura de calidad todos los días y hablando la lengua y utilizando
la lengua en diferentes ámbitos de la vida. Creo que siempre queremos pequeñas
victorias, para nuestra literatura, para nuestra lengua, y pensamos que así
estamos más estables, pero creo que la estabilidad se logra dentro de la propia
sociedad, en el día a día y utilizando la lengua con normalidad. En eso quería
incidir: querer la tradición que tenemos, no compararla con otras tradiciones,
no pensar que la nuestra es menor, yo amo a la tradición vasca, tiene los
libros que tiene, pero tiene libros excelentes también, aunque no tenga muchos.
Nuestra casa es humilde, y partimos de ahí. Además, esa casa humilde
te va a hacer grande entre comillas, va a hacer que escribas bien, va a hacer
que quieras hacer cosas de alto nivel. Yo creo que uno no se puede engañar,
tiene que amar su propia tradición, su propio origen y seguir para adelante.
Amo la literatura vasca, la lengua vasca, pero no la amo en una manera de
enamoramiento, no es un noviazgo, sino que es ya un matrimonio de muchos años.
J.G.: ¿A què va Kirmen Uribe a Nova York?
K.U.: A impartir una conferencia, pero eso no es un
logro en si, no es algo extraordinario, porque van muchos escritores. Quería
subrayar eso, la normalidad. Las generaciones anteriores a la nuestra vivían
con urgencia: “Hay que hacer esto, hay que hacer lo otro, hay que montar un
periódico en euskera, hay que montar una televisión, necesitamos escritores de
calidad...”. Vivían con muchas prisas, y a raíz del trabajo que ellos han hecho
nuestra generación es muy tranquila, en ese sentido. He estudiado en euskera, he
hablado en euskera en casa, todo lo he hecho en euskera y lo sigo haciendo, y
quería trasladar esa normalidad. El chiste, entre comillas, épico, de Garay de
Monglave... Es ese señorito de la parte francesa del País Vasco, que se va a
París y se inventa un poema épico para justificar la tradición vasca... Yo lo
cuento casi casi como, bueno, un chiste, porque al final no hace falta ninguna
justificación para escribir en una lengua si es la tuya. Yo creo que vamos superando un
poco eso. Acabo de venir de San Francisco y nadie me ha preguntado por qué
escribo en vasco. Es una pregunta un poco de mala educación, de mal gusto.
J.G.: El bon periodista espanyol et
preguntaria segurament per què no escrius directament en espanyol, ¿no?
K.U.: Esa pregunta de por qué escribes en vasco no me la
han echo en Estados Unidos, no me la han hecho en Europa... En muchísimos
sitios. Creo que cada vez se hace menos, en otros ámbitos también, se va
asimilando que hay una tradición ya fija y yo lo que he querido hacer es algo
nuevo, probar un poco, hacer una novela con formas nuevas de narrativa, no
copiando ninguna estructura de fuera, porque también hemos hecho esto. Las
tradiciones emergentes, entre comillas, cuando nos gusta un autor lo copiamos. Si
nos gusta Calvino, hacemos Calvino, nos gusta Robbe-Grillet, hacemos como
Robbe-Grillet, nos gusta García Márquez, García Márquez... No, no, hay que
escribir desde la propia tradición y hay que dar el paso contrario: en vez de
ir copiando lo que se hace fuera, ¿por qué no exportamos o le damos al mundo
una manera de escribir, que es la vasca, la de un escritor vasco? ¿Por qué no
hacemos esto? Un escritor vasco que lee todo lo que se hace fuera, que conoce
los autores que escriben fuera, pero no escribe como ellos, sino que es la
dirección contraria. Una vez asimilada la propia tradición y la exterior, ¿qué
es lo que escribimos para el mundo desde el País Vasco? Esa era mi gran
pregunta.
J.G.: Quan te'n vas a viure a Trento és quan t'adones més de la teva
identitat basca i de la teva identitat d'escriptor.
K.U.: Eso es algo que ha pasado en toda la historia de
la literatura, desde los clásicos latinos. La mejor literatura latina es la que
se ha escrito des del exilio... Ovidio... Creo que uno es la imagen de El barón rampante de Calvino, o del
equilibrista de Kafka. Uno cuando esta fuera ve el mundo de una manera
diferente, y a mi me pasó eso en Italia, donde estuve estudiando. Me di cuenta
de que realmente quería ser escritor, quería publicar y me dije “Bueno, Kirmen,
quítate esos miedos que tienes ahí y empieza ya a publicar”. Yo era un autor
que sí publicaba, pero publicaba cosas suelta, plaquetas, hacía cosas con
músicos, actuaciones multimedia... Pero no había llegado a publicar en libro,
en papel, y ahí me di cuenta de que ya era la hora de empezar a publicar.
J.G.: La teva és una poesia i una narrativa amb gran
protagonisme de l'oralitat.
K.U.: Si, la oralidad para mí es muy importante. Yo soy
escritor, primero... Creo que mi primer impulso de querer ser escritor es
porque escuchaba historias. Estaba en la cocina de mi casa, —mi padre nunca
estaba, era marino, casi nunca estaba—, y siempre estaba rodeado de mujeres,
mis tías, mi madre, que estaban siempre contando historias, y yo jugaba debajo
de la mesa de la cocina y estaba escuchando, escuchando. Yo creo que el primer
impulso, la primera motivación viene de ahí, de escuchar esas historias, y
luego de leer, por supuesto, mucha literatura. La oralidad es muy importante en
mi literatura, en la literatura vasca también. Lo que hago en Bilbao-Nueva York-Bilbao no es
reivindicar la antigua oralidad, como hacen muchos libros, sino que es
recordar, más que reivindicar esa antigua oralidad, y también hablar de la
nueva oralidad que se esta dando ahora. En las nuevas tecnologías, Internet... Todo el mundo te cuenta historias.
En Twitter uno te quiere contar una historia así, en poquísimas palabras, pero
cuenta historias. En Facebook la gente cuenta historias. La gente, en realidad,
se relaciona mediante historias, incluso construye su propia identidad mediante
historias. Eso nunca va a cambiar.
J.G.: Ets un escriptor compromès políticament.
K.U.: El compromiso cívico esta muy presente en mi desde
que era joven. Estuve metido en insumisión, también en otros movimientos, no sé
si antisistema pero más o menos... Parecidos al 15-M, lo que esta pasando
ahora. Esa tradición sigue muy viva en mí. Mucha gente me dice que mi novela
trata siempre de tender puentes, de mostrar la mano y que quiere que los
diferentes se entiendan, y me dicen que igual no son tiempos para eso... Bueno,
no lo sé... Cuando escribí la novela, en Euskadi todavía había un conflicto
armado muy duro y lo que quería subrayar era eso: como podíamos superar el
conflicto, como las personas individuales pueden ayudar a ir cerrando heridas
poco a poco. La novela Bilbao–Nueva
York-Bilbao esta creada en aquella época, al final del conflicto armado en
Euskadi. ¿Y ahora? Bueno, ya veré, la próxima novela igual es aún más
comprometida.
J.G.: ¿El diàleg entre les dues parts té conseqüències?
K.U.: La situación que se vive ahora en el País Vasco es
porque la sociedad civil vasca lo ha querido así, y la sociedad civil ha ido en
esta dirección, de dejar de lado la violencia, de decir no a la violencia y de
buscar otras vías políticas. Al final todo ha confluido en eso. Desde que nací
he vivido en un ambiente de violencia, no sólo el de ETA, ha habido muchas
violencias allá que también las he vivido muy de cerca. Llegar a un momento así
es como un proceso de liberación individual, personal. La gente ahora mismo está
mucho más tranquila, vive sin la amenaza. Todo esto ha sido por la sociedad
civil, que ha impulsado el proceso, y aunque aún falta dar muchos pasos (hay
que ir cerrando heridas, hay que solucionar cosas políticas), estamos en la
buena dirección, en la dirección de la reconciliación. Yo estoy seguro.
Teniendo cada uno sus propias ideas, por supuesto, no vamos a ser todos
iguales, pero nos vamos a respetar.
J.G.: ¿Es van entendre les teves declaracions a propòsit del manifest a favor
de “la lengua común” de Savater?
K.U.: No. Lo que dije en esa entrevista iba en la
dirección de comprender cómo se siente una persona que quiere vivir en su
lengua, sin más, porque creo que es una cuestión muy personal. Creo que no se
entendió muy bien, incluso en la propia entrevista no se recogió muy bien,
porque era muy ambigua. Yo he de decir que nunca he suscrito ese manifiesto de
Savater, pero lo que decía era que al final había que solucionar las cosas
hablando y había que entender cada cual en su situación, solamente eso. Luego, bueno,
que yo suscriba ese manifiesto por la lengua común... Pues no, yo no suscribí
eso y además yo tengo mis ideas muy claras respecto a las lenguas. Yo creo que
las lenguas, sobretodo las que están en una situación precaria, necesitan unas
políticas lingüísticas y que sean muy claras. Yo lo tengo muy claro. Además la
prueba está en Euskadi y Navarra, que han utilizado dos políticas lingüísticas
muy diferentes y la salud de la lengua en Euskadi es una y la salud de la
lengua en Navarra es otra. Yo eso lo tengo claro. Una lengua hay que cuidarla,
cualquier lengua es como un acto ecológico: si para preservar la naturaleza hay
que tomar medidas, o para que la economía no sea inhumana hay que tomar
medidas, pues también con las lenguas hay que tomar medidas. No todo es
liberalismo, no todo puede ser liberal, ni en la economía, ni en las lenguas,
ni en la ecología, ni con las mujeres ni con los derechos de los gays, o con la
inmigración. Uno no puede dejarlo todo al libre albedrío, hay que tomar
medidas, medidas justas.
J.G.: ¿Què penses del fet que avui
la societat basca i la catalana siguin societats bilingües? ¿Què et sembla
aquesta nova realitat?
K.U.: Pues muy enriquecedora. Yo vivo en Ondárroa, después de dar muchas vueltas por el mundo he vuelto
en el lugar en que nací, en una comarca totalmente bilingüe, allá toda la gente
habla el castellano y el euskera por lo menos, también se habla el wolof, y el
árabe, y el gallego, pero sobretodo el euskera y el castellano. Las lenguas son
una riqueza. Es muy interesante vivir en una sociedad en que cada uno se
desenvuelva en diferentes lenguas, aunque luego la lengua que uno realmente ama
en su interior o sienta más cercana, en mi caso, sea el euskera.
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